¿Qué es la meditación? Quizás muchos de nosotros pensemos que se trata de una costumbre inusual, probablemente relacionada con una filosofía o religión exótica y reservada solo para personas selectas. Por otro lado, la práctica de la meditación puede ser utilizada literalmente por cualquiera, incluso por niños, independientemente de su religión, y así obtener muchos beneficios. La meditación es una especie de entrenamiento mental. El objetivo es despejar la mente, calmarse, eliminar prejuicios y concentrarse en el aquí y ahora. Tiene un efecto positivo en nuestra salud mental y física. ¿Qué podemos lograr con la meditación? Sentimiento de calma y relajación,

• Equilibrio interior,
• Resistencia al estrés,
• Control de las emociones y pensamientos negativos,
• Calmar y ralentizar el pulso,
• Reducir miedos y dudas sobre uno mismo,
• Bienestar,
• Aprender a soltar,
• Ayudar a tomar conciencia de las propias necesidades,
• Mejora de la concentración.

¿Cuándo empezar?

Lo mejor es por la mañana, cuando aún no estamos cansados y no tenemos demasiadas cosas en la cabeza. Es importante elegir un lugar donde nadie nos moleste, tranquilo y pacífico. Es común meditar en posición de piernas cruzadas o en postura de loto, pero no es un requisito. Si esta postura nos resulta incómoda, podemos meditar igualmente en un sillón, en una silla o, por ejemplo, en un cojín especial para meditación. Para calmarse más fácilmente, vale la pena cerrar los ojos, aunque no es obligatorio.

Otro punto importante es el tiempo de meditación. Puede parecer que la meditación debe durar mucho tiempo, al menos 20 minutos, para ser efectiva, pero eso no es cierto. Se puede comenzar con 2 a 3 minutos de meditación para sentir los efectos positivos. Normalmente, dedicar unos 10-15 minutos al día a la meditación es suficiente para liberar la mente de pensamientos innecesarios y calmarse. No hay impedimento para una meditación más larga si tenemos esa necesidad y condiciones favorables (tiempo, tranquilidad). Todo depende realmente de nosotros mismos y de nuestras necesidades individuales.

Después de haber elegido la hora del día y el lugar para meditar, es hora de comenzar:

• nos sentamos en una posición cómoda para nosotros, con la espalda recta,
• cerramos los ojos
• Primero nos concentramos en la respiración: prestamos atención a cada inhalación y exhalación, así como a cada detalle: cómo funciona el diafragma, cómo se eleva y baja el pecho,
• es natural que otros pensamientos vengan a la mente, comunes, sobre obligaciones cotidianas, a veces estresantes. Sin embargo, no debemos concentrarnos en ellos, sino dejarlos fluir libremente por nuestra mente mientras seguimos concentrados en la respiración,
• podemos intentar concentrarnos en el resto del cuerpo, sentir cada parte de él.

La concentración en la respiración es el método de meditación más sencillo. Al principio puede ser difícil no distraerse, pero después de unos días sentiremos la diferencia y la meditación vendrá de forma natural. Lo más importante es intentarlo y no preguntarse si lo estamos haciendo bien, porque en realidad no hay una receta estricta sobre cómo meditar correctamente. Si queremos meditar y lo hacemos de la manera única y mejor para nosotros, notaremos rápidamente los efectos.